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/STATEMENT/
Darío está interesado en las imágenes enigmáticas, que seducen a la mirada y permiten interrogar al transeúnte. Sus obras proponen diferentes aproximaciones a la ciudad y los elementos que conforman el entorno urbano. A través de diferentes corrientes: escultura, pintura mural, intervencionismo… Cobacho nos revela realidades ocultas o subvierte los usos del espacio público. Su propósito es señalar y generar interferencias que nos obliguen a abrir los ojos y prestar más atención a nuestras ciudades. En sus piezas se acerca con curiosidad a diferentes campos de la vida cotidiana: la relación entre la esfera digital y el espacio urbano, la estética del graffiti y la pintada política, los signos y el lenguaje, la relación entre forma y función o la arquitectura y la construcción de la imagen. Una producción poliédrica a caballo entre el minimalismo y el reductive art, el arte conceptual y el arte objeto, el arte público y las prácticas de intervención urbana. Su interés por lo mínimo y el lenguaje abstracto parten de una voluntad de escapar de la narración mimética: en sus obras el relato se construye desde las experiencias cotidianas, convirtiendo lo anecdótico en el tema principal. Ésta también es una estrategia para fugarse de la hegemonía del hedonismo digital y plantear aproximaciones más reflexivas, que economizan en el uso de materiales y apuestan por una desaceleración en los procesos productivos. «Las obras no deberían someterse al espectáculo sino funcionar como una provocación: un revulsivo para reflexionar. Sólo existe el ser, el no-ser no existe. La sin-presencia no es más que una sombra arrojada.»
Darío está interesado en las imágenes enigmáticas, que seducen a la mirada y permiten interrogar al transeúnte. Sus obras proponen diferentes aproximaciones a la ciudad y los elementos que conforman el entorno urbano. A través de diferentes corrientes: escultura, pintura mural, intervencionismo… Cobacho nos revela realidades ocultas o subvierte los usos del espacio público. Su propósito es señalar y generar interferencias que nos obliguen a abrir los ojos y prestar más atención a nuestras ciudades. En sus piezas se acerca con curiosidad a diferentes campos de la vida cotidiana: la relación entre la esfera digital y el espacio urbano, la estética del graffiti y la pintada política, los signos y el lenguaje, la relación entre forma y función o la arquitectura y la construcción de la imagen. Una producción poliédrica a caballo entre el minimalismo y el reductive art, el arte conceptual y el arte objeto, el arte público y las prácticas de intervención urbana. Su interés por lo mínimo y el lenguaje abstracto parten de una voluntad de escapar de la narración mimética: en sus obras el relato se construye desde las experiencias cotidianas, convirtiendo lo anecdótico en el tema principal. Ésta también es una estrategia para fugarse de la hegemonía del hedonismo digital y plantear aproximaciones más reflexivas, que economizan en el uso de materiales y apuestan por una desaceleración en los procesos productivos. «Las obras no deberían someterse al espectáculo sino funcionar como una provocación: un revulsivo para reflexionar. Sólo existe el ser, el no-ser no existe. La sin-presencia no es más que una sombra arrojada.»